Comprensión lectora

Concepto

La comprensión lectora puede definirse como el entendimiento del significado de un texto y de la intencionalidad del autor al escribirlo por parte de quien lo lee. Existen diversos tipos de comprensión lectora, que varían según la maduración y edad del lector, y las diversas estrategias y recursos que pone en marcha a la hora de enfrentarse a un texto. De esta manera, se puede hablar de comprensión literal, comprensión interpretativa, comprensión evaluativa y comprensión apreciativa, siendo la primera la más elemental y la última la que correspondería a un lector adulto y experto.

Los buenos lectores leen o perciben el texto de una manera determinada y son más eficaces al mover los ojos delante de un papel escrito. Leen habitualmente en silencio, aunque también pueden oralizar, si es necesario. No cometen los errores típicos: movimiento de los labios en la lectura silenciosa, regresiones, repeticiones, etc. Hacen fijaciones rápidas, amplias y selectivas. Se fijan, en suma, en unidades superiores del texto: frases, palabras, etc., y no letra a letra. Además, el lector competente no lee siempre de la misma forma, sino que se adapta a cada situación y utiliza varias microhabilidades de lectura: el vistazo, la anticipación, la lectura entre líneas, etc. El lector experto controla su proceso de lectura y sabe elegir las estrategias adecuadas al texto y a la situación de lectura. En definitiva, comprende el texto con más profundidad, identificando la relevancia relativa de cada información, integrándola en estructuras textuales y jerárquicas, distinguiendo entre lo que es importante para el autor y lo que lo es para él mismo, etc.

Hasta hace relativamente poco tiempo, el interés de los investigadores por la actividad lectoescritora se había centrado en el producto, esto es, en los resultados que se obtenían; pero en el siglo pasado, a partir de los años setenta, un grupo de psicólogos, pedagogos y maestros norteamericanos se interesó por las microhabilidades. Utilizando diversas técnicas de observación y de recogida de información, como la grabación en vídeo, la recogida de borradores, la verbalización en voz alta del pensamiento, la entrevista o la encuesta, empezaron a estudiar el comportamiento de los lectores mientras leían y escribían. Los resultados de la investigación fueron espectaculares. Los lectores más competentes, los que obtenían buenas calificaciones en las pruebas estandarizadas, parecía que utilizaban unas estrategias que eran desconocidas por los aprendices, los que tenían dificultades de expresión y sacaban malas puntuaciones en las mismas pruebas.

Hoy día no se entiende el proceso lector sin la comprensión. De hecho, se tiende a hablar de lectura eficaz como aquella que combina la velocidad y la exactitud adecuadas, pero también la comprensión lectora.

 

Análisis

A lo largo del siglo xx, la lengua escrita se constituyó como una tecnología fundamental de nuestras sociedades a partir de la cual se construyen otras tecnologías de almacenamiento y transmisión, de manera que la alfabetización deja de tener el sentido de conquista en el desarrollo individual y social, que la había caracterizado en el siglo xix, para pasar a constituir un prerrequisito en cualquier progreso de las sociedades modernas.

Podría pensarse que, en la actualidad, cuando cualquier proceso educativo es accesible a todos los ciudadanos, no cabría hablar de analfabetismo masivo, como podía ocurrir algunas décadas atrás. Sin embargo, los datos confirman que muchas personas todavía no saben leer ni escribir, lo que supone que un porcentaje muy alto de la población sigue siendo analfabeto. La preocupación que pueden provocar estas cifras se agrava cuando a ellas se añaden las relativas al número de analfabetos funcionales, personas que pese a haber asistido a la escuela y aprendido a leer y a escribir no pueden utilizar de forma autónoma la lectura y la escritura en las relaciones sociales ordinarias, entre otras razones porque presentan un déficit muy importante de comprensión.

Las nuevas propuestas curriculares se han hecho eco de las investigaciones más recientes cuando se pone de relieve que la lectura y la escritura son procesos interpretativos con los que se construyen significados. Son muchos los autores (Ferreiro, Teberoski, Solé, Camps, Castelló...) que vienen insistiendo en que la lectoescritura tiene una dimensión de proceso global de construcción e interpretación de significados en entornos culturales alfabetizados. Las nuevas corrientes plantean que todos los protagonistas implicados en los procesos de enseñanza-aprendizaje, así como los contenidos, se integren en un proceso en el que la comunicación debe jugar un papel fundamental. Con esta nueva perspectiva se resalta la capacidad y la necesidad de que la persona piense en lo que lee y escribe; asimismo, que el trabajo del profesional de la enseñanza será facilitarle la comprensión de la realidad, mediante la educación del pensamiento.

 

Implicaciones

Para desarrollar la comprensión lectora pueden servir diversos recursos dirigidos a identificar la lectura y la escritura como aprendizajes necesarios para la vida cotidiana. Antes de iniciar la lectura de un texto, es preciso delimitar los objetivos que se persiguen, tratando de aclarar el sentido de la tarea. Puede resultar de gran ayuda proponer actividades encaminadas a la preparación de la lectura con el fin de motivar al lector y actualizar sus conocimientos previos. Se deben trabajar también distintas estrategias para fijar la atención sobre determinadas partes del texto: títulos, portadas, presencia de divisiones o capítulos, etc. Deben abordarse, igualmente, distintos procedimientos para resolver problemas de comprensión de un texto: avanzar y retroceder, inferir el significado, acudir al diccionario, etc. El trabajo sobre comprensión puede completarse con el análisis de algunos aspectos: diferenciación de hechos reales e imaginarios, identificación de connotaciones sexistas, interpretación del doble sentido y sentido humorístico, etc.). Las actividades de lectura han de abarcar gran variedad de textos.

La comprensión lectora también se puede ejercitar y desarrollar mediante la lectura expresiva. Esta ha sido considerada, demasiado a menudo, como un ejercicio mecánico más, despojándola muchas veces de su principal sentido: la comprensión y la transmisión de ideas, sensaciones y emociones. La lectura expresiva debe consistir en dar pleno sentido a los signos escritos. Sin comprensión no hay acto lector y sin dicha comprensión no es posible una correcta lectura en voz alta, tal como la entendemos. Cuando hablamos de lectura en voz alta e insistimos en los aspectos y valores que le son propios, no olvidamos en absoluto que la correcta emisión oral de un texto solo puede realizarse cuando ya ha sido comprendido. Existen multitud de técnicas para trabajar la comprensión de los textos. Las estrategias de lectura son, pues, procedimientos de carácter elevado que implican la presencia de objetivos que cumplir, la planificación de las acciones que se desencadenan para lograrlos, así como su evaluación y posible cambio. Si las estrategias son procedimientos y los procedimientos son contenidos de enseñanza, entonces hay que enseñar estrategias para la lectura y comprensión de textos. Existe un acuerdo generalizado en aceptar que, cuando se posee una habilidad razonable para la descodificación, la comprensión de lo que se lee es producto de tres condiciones principales:

  • La claridad y coherencia del contenido de los textos, que su estructura resulte familiar o conocida y que su léxico, sintaxis y cohesión interna posean un nivel aceptable. 
  • El grado en que el conocimiento previo del lector sea pertinente para el contenido del texto, es decir, la posibilidad de que el lector posea los conocimientos necesarios que le van a permitir la atribución de significado a los contenidos del texto. 
  • Las estrategias que el lector utiliza para intensificar la comprensión y el recuerdo de lo que lee, así como para detectar y compensar los posibles errores y fallos de comprensión. 

En síntesis, es necesario enseñar estrategias de comprensión, porque aspiramos a hacer lectores autónomos, capaces de enfrentarse de manera inteligente a textos de muy diversa índole, la mayoría de las veces distintos de los que se usan cuando se instruye. Hacer lectores autónomos significa también hacer lectores capaces de aprender a partir de los textos. Para ello, quien lee debe ser capaz de interrogarse acerca de su propia comprensión, establecer relaciones entre lo que lee y lo que forma parte de sus propios conocimientos y experiencias, cuestionar sus conocimientos y modificarlos, establecer generalizaciones, etc. 

 

Referencias

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Fecha de ultima modificación: 2014-02-10